Nuestra adicción a la conveniencia del plástico está dañando nuestros cuerpos y nuestro Planeta.
Su producción requiere grandes cantidades de petróleo, gas y energía. Cuando se desecha en vertederos o en el mar, el plástico se va descomponiendo y emite gases de efecto invernadero aumentando más su huella de carbono. Si es incinerado también se producen dioxinas, disruptores del sistema endocrino y consideradas cancerígenas.
Los aditivos para darle propiedades, como metales pesados y compuestos organometálicos, contaminan todo lo que este en contacto, ya sean alimentos, cosméticos, suelo, aire, agua, causando graves problemas de salud.
Solo el 9% del desecho plástico se recicla.
El reciclaje es una forma de reducir el problema, pero en el fondo es una cuestión de rentabilidad. Se requieren materiales reciclados más baratos que el plástico virgen, pero hay que separar cuidadosamente los residuos, hacer limpiezas enérgicas, trituración y reprocesado a temperatura elevada, encareciendo el proceso.
Aunque se lograra un buen manejo de residuos en todo el mundo, hay mucha variedad de plásticos incompatibles entre sí, coloreados y laminados que son imposibles de procesar.